Picture of sunset taken at Yanchao

El sol de la tarde desde 燕巢

Me miras bajo el crepúsculo ensangrentado,
pero no puedo mantener tu mirada.
Recuerdo
la voz de mi madre decir
«los muertos son el sol,
los vivos las estrellas».
Son quizá tus ojos mi muerte en vida.
Adelantada,
siempre presente.
El sonido de las olas consume tu voz.
Miro tu mano sobre la mía
acaricio su ternura,
suavidad de verano.
«Y si…» digo hacia la nada
frente al mar de antaño,
«¿Y si algún día el agua se tragará nuestros huesos?»
Durante unos segundos el silencio se extiende.
Todo para.
El mundo
deja de ser el mundo.
Aprietas mi mano,
tus dedos marcándose en mi piel,
carne pecaminosa.
«Estarías en mis brazos por la eternidad»
se deja escuchar tu voz,
tan clara que queda escrita en la arena.
Ver tus pestañas,
las comisuras de tu sonrisa,
tus pecas descoloridas,
los remolinos de tu cabello,
y tus ojos,
por siempre tus ojos,
ese fervor ardiente que les llena,
cariño con tintes lujuria,
deseo envuelto en amor,
me quema.
Pero el calor de tu alma me da aliento de vida.

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